miércoles, 11 de diciembre de 2013

“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente

me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.” 2 Corintios 12:7

Los seres humanos tendemos a llenarnos de orgullo cuando todo el mundo nos alaba, nos aplaude y nos llena de felicitaciones; nuestro ego comienza a crecer y sentimos que cada vez estamos más lejos del piso pues al parecer no caminamos sino que volamos. Cuando nuestro corazón se llena de orgullo, comenzamos a tratar diferente a las personas, a alejarnos y aún a sentir que no necesitamos de nada ni de nadie pues lo tenemos todo. La Biblia dice que Dios mira al altivo de lejos; así que nuestras debilidades son útiles para mantenernos sencillos, para reconocer que somos polvo y que sin Dios no somos nadie, para mantenernos más humildes y mas cerca de Dios.

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”
2 Corintios 12:9

En nuestra debilidad el poder de Dios se perfecciona. Es allí donde su poder se manifiesta. Allí donde creíamos que todo estaba perdido y que toda esperanza había muerto aparece el con su poder, su Gloria y su majestad para darnos su amor, su salvación y su bienestar. En la debilidad podemos sentirnos más fuertes porque dejamos de hacer las cosas en nuestras fuerzas y comenzamos a hacer las cosas con su fuerza, con el poder de Dios, con la fe. El Señor utiliza nuestra debilidad para mostrarse al mundo, para mostrar que a través de personas imperfectas puede mostrar su perfección.

“por lo cual por amor a Cristo me gozo en la debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
2 Corintios 12:10.

Cuando superamos una prueba, nos damos cuenta de cuanta fortaleza Dios nos ha entregado. El Señor ha hecho de tartamudos, grandes oradores, de personas temerosas, hombres y mujeres valientes que predican con denuedo su palabra, de personas enfermas, personas que hoy testifican de su sanidad y oran por otros enfermos, de personas solitarias, grandes familias, de tímidos grandes lideres, de asesinos, borrachos, adúlteros, drogadictos personas rendidas a sus pies, arrepentidas, que han comenzado una nueva vida de bendición para muchos otros. Y hoy Dios te pregunta: “¿Cuál es tu debilidad? Entrégamela y yo mostraré mi poder a través de ella. Tu debilidad es mi oportunidad para mostrar mi poder en tu vida y en los tuyos. Nada es imposible para mi.”



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