miércoles, 27 de noviembre de 2013
TODA RAIZ DE AMARGURA... CONTAMINA
“Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos;” (Hebreos 12:15)
“La Gracia de Dios es el regalo no merecido que recibo. A pesar de haber pecado contra él, Dios me recibe y me ama y me extiende su mano, pero una raíz de amargura me aparta del concepto y la vivencia de la gracia. Esa raíz de amargura me impide vivir a totalidad y fluir hacia los demás y esa raíz termina contaminando a muchos”
El problema está en que la raíz de amargura ocasiona resistencia a la gracia de Dios. La gracia puede ser definida como “el deseo y el poder que Dios da para hacer su voluntad;” sabemos que tenemos gracia cuando sentimos el deseo de hacer lo que a Él le agrada. Si en nuestro corazón no está el deseo de hacer la voluntad de Dios, no hay gracia de Dios en nosotros, por lo cual entendemos que la amargura hace que vivamos en desgracia, es decir, fuera de la gracia divina. Por otra parte, vivir bajo la gracia de Dios impide que nos nutramos de la raíz de amargura.
Para ilustrar esto podemos considerar un episodio en la vida del rey David: Él tuvo varios hijos, Amnón, Absalón, Tamar, etc. Amnón se enamoró de su hermana Tamar, y siguiendo el consejo de su amigo Jonadab se fingió enfermo y le pidió a su padre que le enviara a Tamar para que ella le preparara los alimentos; cuando Tamar fue a darle la comida, él la violó y luego la echó de su casa. Entonces Tamar se fue a vivir en casa de Absalón. Cuando el rey David se enteró se enojó pero no hizo nada. Absalón esperó pero como David nunca confrontó tal situación, él organizó un banquete en el que dio la orden de matar a Amnón. En Absalón siguió creciendo la raíz de amargura hasta el punto de enfrentarse a su padre y buscarlo para matarle (2Sam.13,14,15).
Quien deja crecer una raíz de amargura dentro de su ser, tarde o temprano conspirará contra la autoridad. Tengamos en cuenta que no hemos sido llamados a vivir bajo el “dominio” de la autoridad sino bajo su “protección,” porque Dios quiere que vivamos vidas victoriosas y hay beneficios por quienes son obedientes a la autoridad. Una raíz de amargura que no se arranca del corazón, producirá con el tiempo frutos de muerte, de odio y de destrucción.
Permite que el Señor arranque de ti toda raíz amarga que se haya afianzado en tu ser. De no ser así, tarde o temprano, saldrá a la luz el fruto de esa amargura que Dios no quiere que lleves en tu interior.
Si dejas que el Señor actúe en ti, quitando la amargura de tu corazón, el perdón y la disposición a amar a los que te han hecho daño aflorarán en ti y experimentarás la verdadera paz
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario