Dios es la fuente del amor y de la felicidad.
No se puede pretender sentir y cultivar amor de verdad si no se conoce esa fuente maravillosa de amor y entrega que es Jesucristo, nuestro Señor.
Para aprender a amar de verdad, ama primero al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Ama también al prójimo como a ti mismo. (Mc 12.30-31) El que ama vive en Dios, porque . . . ¡Dios es amor!
Dios es amor. El que permanece en el Amor, en Dios permanece, y Dios en él. 1 Jn 16
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