Para el pueblo de Dios, quienes habían sido rescatados de la esclavitud de Egipto, el desierto era un paso necesario, planificado por Dios, para que alcanzaran su libertad definitiva y se establecieran plenamente en la voluntad de Dios como nación, y llegasen a ser un pueblo modelo para bendición de todas las naciones de la tierra.
La experiencia de ese pueblo es una figura de nuestro caminar cristiano. Quienes experimentamos la maravillosa salvación de nuestro Dios y hemos nacido como hijos de Dios, el paso por el desierto no es una opción, Dios lo planificó de esa forma, porque no existe otra manera para que El nos pueda establecer como hijos maduros y como su pueblo sobre esta tierra, e introducir en la herencia y bendición de su Hijo. Es un periodo de prueba con el propósito de que conozcamos a quien nos llamó, conozcamos a satanás nuestro enemigo, y nos conozcamos a nosotros mismos.
Necesario es este paso, como lo fueron para Jesús los cuarenta días en el desierto, de donde Dios lo sacaría revestido del poder del Espíritu Santo para comenzar su misión y servicio sobre esta tierra.
No es nuestra meta el desierto, es un periodo de transición, de aprender a conocer y amar a Dios, quien mora en nuestro espíritu, es la conquista de nuestra alma en el camino a nuestra definitiva libertad, para unirnos y caminar con él por toda la eternidad.
Si estás pasando el desierto, Dios quiere que sepas que es su voluntad como proceso para tu vida, como también quiere que sepas que no es tu lugar definitivo. Aún en el desierto podemos disfrutar de su presencia, dar gracias por su nube que nos protege del calor del día y nos da dirección, dar gracias por su columnna de fuego que vela nuestros sueños y nos permite descansar en su paz.
Dios quiere que sepas, que este es el tiempo de levantar nuestra mirada, que miremos la Tierra Prometida delante de nosotros y nos levantemos a poseerla, porque él nos la ha entregado. Dios quiere que sepas, que el desierto fue un paso necesario, pero que desde hoy, Dios te bendecirá. Dios quiere que sepas, que el Angel de Jehová esta en pie para acompañarnos en este nuevo desafío y pelear por nosotros y con nosotros, para darnos la victoria sobre todas sus promesas.
¿Te quedarás mirando un pasado de esclavitud y miseria?
¿Te quedaràs dando vueltas en el desierto, esperando morir, habiendo delante de ti tan hermosa invitaciòn de quien tanto nos ama?
Te invito a levantarte, a tomar fuerzas en el Señor y seguir adelante. A tomar poseciòn de la provisiòn de gracia que Dios nos ha dado en su Hijo, y en el poder del Espíritu Santo poseer y disfrutar de todas sus promesas, nuestra herencia y el lugar de reposo para nuestra alma.
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