Jesús caminó sobre el mar, claro: Él era Dios.
Pero, Pedro caminó también.
¿Hubieses hecho lo mismo?
Mientras Pedro mantuvo sus ojos en Jesús, él pudo caminar sobre el agua, pero cuando dejó de mirar a Jesús, comenzó a hundirse.
Mientras vivamos habrá tormentas en nuestra vida (momentos difíciles). Nos enfrentaremos a olas fuertes.
Mientras mantengamos nuestros ojos en Jesús y confiemos en él, estaremos bien.
Pero cuando alejemos nuestros ojos de él y confiemos en nuestra habilidad para resolver nuestros problemas, definitivamente nos hundiremos.
Querido Jesús, cuando las tormentas de la vida vengan hacia nosotros, ayúdanos a mantener nuestros ojos y nuestra confianza en tí.
Amen!!!
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