Quisiera llevarte por un viaje dentro de la vida de una mujer que hizo historia en la Biblia.
Ella sin entrenamiento militar, ni estudio de estrategia de combate ayudo a un general
de ejército a lograr la victoria; esa mujer se llamaba Débora.
Encontramos su historia en Jueces capítulo 4.
Débora era una profetisa que gobernaba a Israel.
En aquellos tiempos los Israelitas subían el monte de Efraín donde ella acostumbraba sentarse bajo una palmera a tomar juicio de ella (Jueces 4:5).
Ella le hablo palabra de Dios al General Barac, que él tendría victoria en contra del ejército de Jabín. Pero el general en vez de sentirse fortalecido por las palabras sintió cobardía y pidió que ella lo acompañara a entrar en el campo de batalla. Sin escatimar su falta de preparación en combate esa mujer se levantó y acompaño al general a derrotar al ejército de Jabín trayendo la victoria al pueblo de Israel.
¿Y que tiene esto que ver contigo preguntas?
Muchas veces nos limitamos en nuestra propia comprensión a confinar nuestras habilidades a lo que sabemos. Amadas, cada paso, cada tristeza, cada lágrima, cada triunfo, cada esfuerzo que le ha dado color a tu vida no ha sido tiempo malgastado, sino tiempo donde has estado preparándote para el propósito por el cual te hizo Dios.
Muchas veces nos recluimos a hacer las cosas a un nivel de confortamiento y conveniencia sin querer tomar el riesgo de hacer algo por temor.
Te escribo a ti que Dios te ha dado un llamado y sigues abanicándote bajo tu palmera sin querer expandir tus alas a volar hacia las alturas donde te quiere llevar Dios.
Atrévete a ser la mujer por excelencia que Dios sabe que eres y valientemente toma tu primer paso. No te dejes ir por las críticas que han dicho de ti.
¿Si Dios contigo quien contra de ti?
Atrévete a salir de la conveniencia en tu vida a arriesgarte a perseguir ese algo que sabes que no tiene precio y te da valor a tu vida; ese valor es tu propósito. No tienes que cuestionar tus habilidades, ni tu falta de preparación solo tienes que confiar en Dios y poner tu mano en el arado para hacer lo que Dios te ha llamado hacer.
Sal de cueva, de tu prisión, de tu escondite, de tu capullo a ser la majestuosa obra que Dios contribuyo al mundo el día que naciste.
Tu no viniste al mundo a respirar solamente, tu llegaste con propósito, tu viniste a enriquecer al mundo con el impacto que Dios ha diseñado en tu vida.
Si Débora se hubiese quedado a razonar en quien se sentaría a juzgar a los Israelitas, o a pensar en no querer ensuciar sus manos dañando sus uñas en el apogeo de la guerra, Israel no hubiese conseguido la victoria que logro en contra de sus enemigos. Eso lo logro una mujer, sin preparación, sin entrenamiento y esa victoria la puedes lograr tú; pero tienes que salir a tomar tu primer paso…
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