“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Si todo el corazón, el alma y la fuerza de uno está comprometido a amar a Dios, Él es la prioridad número uno.
Si estás casado(a), tu esposa(o) viene después de Dios. Un hombre casado debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia (efesios 5:25). La prioridad número uno de Cristo –después de obedecer y glorificar al Padre–fue la Iglesia.
Aquí está un ejemplo que los esposos deben seguir: Primero Dios, después su esposa. De la misma manera, las esposas deben estar sujetas a sus esposos “como al Señor” (Efesios 5:22).
De esto podemos deducir el principio de que en sus prioridades, su esposo es secundario solo a Dios.
Si esposos y esposas son secundarios solo a Dios en nuestras prioridades, y siendo que un esposo y una esposa son una sola carne (Efesios 5:31), se deduce que el resultado de esa relación matrimonial –hijos– deben ser la siguiente prioridad.
Deuteronomio 5:16 nos dice que honremos a nuestros padres, para que tengamos larga vida y nos vaya bien. No se especifica un límite de edad, lo que nos lleva a creer que en tanto nuestros padres vivan, debemos honrarlos. Podemos concluir de esto, que después de Dios, nuestras(os) esposas(os), y nuestros hijos; siguen los padres en la lista de prioridades.
Después de los padres,
viene el resto de la familia de uno (1 Timoteo 5:8), luego los hermanos en la fe.
Romanos 14
Mucho del libro de 1 Corintios son instrucciones de Pablo sobre cómo debe vivir la Iglesia junta en armonía, amándose unos a otros.
Otras exhortaciones referentes a nuestros hermanos y hermanas en Cristo son:
Gálatas 5:13, Efesios 4:32, Hebreos 10:24.
Finalmente viene el resto del mundo (Mateo 28:19), al que debemos ir y llevar el Evangelio, haciendo entre ellos discípulos para Cristo.
En conclusión, la orden escritural de prioridades es… Dios, esposo(a), hijos, padres, el resto de la familia, hermanos y hermanas en Cristo, y el resto del mundo.
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