miércoles, 30 de abril de 2014

La paz interior desafía y triunfa sobre el caos exterior.


Esta es la promesa del Espíritu de Dios viviendo en ti.

Mientras continuamente crucifiques la carne y siembres al Espíritu, andando en el Espíritu con una conciencia pura, tu espíritu-hombre interior será edificado y hecho fuerte, y tu corazón será purificado continuamente por fe y los deseos del mismo llegarán a ser deseos santos, verdaderamente, anhelos para la comunión de la presencia de Dios. Tu corazón tendrá hambre y sed para justicia, y cuando seas llenado con el bendito fruto del Espíritu, encontrarás la verdadera delicia interna en Dios, e incluso podrás testificar con el Salmista, "Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias" (Sal. 36:8).

Cuándo realmente entramos en una experiencia real en disfrutar de la presencia de Dios en nuestras vidas, y deleitarnos en El, y no en las cosas de este mundo, amando las cosas que El ama y sinceramente deleitándonos en las cosas de cual El se deleita, siendo llenados del Espíritu continuamente, anhelando la santidad más profunda, disfrutando de las riquezas de Su gracia, entonces nosotros estaremos viviendo la vida cristiana normal—la vida que Dios planeo para que todo su pueblo experimente.

Creo que es el deseo más grande de Dios que Su pueblo encuentre el deleite y placer supremo solamente en El. Ya no hay que deleitarnos en satisfacer los deseos de los ojos, los deseos de la carne, o la vanagloria de la vida, en las cosas de este mundo, pero hay que deleitarnos en simplemente conocerlo, y siendo perfectamente satisfechos y contentos en sólo eso.

"Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová"
(Jer. 9:23-24).



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