lunes, 25 de noviembre de 2013

PERMANECE EN FE

“El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.” Salmo 28:7

El salmo es una súplica de ayuda. No sabemos bien cual era el problema que estaba atormentando al salmista, pero era algo que le quitaba el sueño y la tranquilidad. Lo angustiaba terriblemente, a tal punto que no encontraba paz.

Sin embargo, en medio de tanta duda y sufrimiento, este hombre puede exclamar que Dios es su fuerza y su escudo. Cuando estaba más cansado y sufriendo, en su peor estado de ánimo, cuando ya no tenía más fuerzas para dar otro paso, este hombre puede decir:

Dios es mi fuerza, Él es mi escudo. Puedo confiar tranquilo que Dios tiene el control de la situación por la que estoy viviendo. Y Él me va a ayudar.

La fuerza de Dios es omnipotente, y esa fuerza puede comunicárnosla, así lo ha prometido. Él será alimento de nuestras almas y salud de nuestros corazones; por tanto, Él nos fortalecerá.

Cuando llena el poder divino,
la debilidad humana deja de ser un obstáculo.
En el peligro, tendremos calma;
en el dolor de haber perdido seres queridos,
permaneceremos resignados;
en la calumnia, podremos contener nuestro enojo;
y en la enfermedad, somos pacientes.

Nuestra propia debilidad nos atemoriza, mas la promesa de Dios nos infunde valor. Señor, fortifícame según tu palabra!!!

Hoy se, que aunque sienta miedo o temor
o los desafíos de la vida me hagan temblar,
sé que Dios me dará la fuerza que necesito para seguir adelante.

Señor, Hoy vengo ante ti con todo mi corazón para decirte muchas gracias porque cuando más necesito de tu fuerza tu me la das.
En este día me llenaré de tu fuerza a través de la oración,
saltare de alegria y te cantare!!!
Amén.




1 comentario:

  1. Gracias padre por tu palabra k de vida y nos fortalese y nos hase fuerte no himportando lo k a trabesemos cada dia.....

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