viernes, 11 de octubre de 2013
Hijo/a mio/a:
Quiero que sepas, que no hay momento en que te suelte de mi mano; que no hay obstáculo que con mi poder no puedas vencer. No hay enemigo que pueda enfrentarte, si confías en mí... ¡ si tan solo confías en mí!
Quiero que sepas, que en tus momentos de soledad más intensa, cuando creíste desfallecer, cuando mirabas y solo alcanzabas a ver una espesura negra, fue en ese tiempo cuando más cercano a mi corazón y con todo mi amor te sostuve aquí; y no te dejé caer.
Hoy es el día que abrirás los ojos y podrás ver todas mis bendiciones que tengo para ti: para que tú las tomes y a los tuyos repartas paz, amor y provisión. Y la corona de gloria que te prometí el día aquel, cuando fuiste humillado: hoy está sobre tu cabeza, eres mi hijo amado y puedes estar seguro que siempre lo serás. Serás levantado como nunca jamás lo soñaste (ni en tus más audaces planes lo pensaste), pero esta es mi recompensa por tu fidelidad y por todo ese dolor, los castigos crueles que de muchos soportaste y todo lo hiciste por mí.
Este es tu día de victoria, ven dame tu mano, entra al gozo de tu Señor…
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Esta super hermoso
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