Una relación como la que buscaba David comienza con Dios. Es Dios quien nos invita: “Buscad mi rostro…” (Sal. 27:8a).
Las Escrituras nos enseñan que Dios es un buscador diligente. Así como el pastor amoroso, Él no está sólo interesado en grandes números, sino que deja el rebaño de ovejas para buscar a una sencilla oveja perdida y desesperada.
Como dice en el libro de Ezequiel: “Buscaré la perdida, haré volver la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la enferma…” (Ezeq. 34:16a).
Si nuestros corazones carecen de la pasión de David, o si no tenemos la disciplina necesaria para continuar adelante, todo lo que tenemos que hacer es pedir a Dios por misericordia. Su deseo es nuestro bien.
Él desea tener una relación más profunda con nosotros de lo que nosotros mismos pudiéramos desear. Esa es la promesa que Dios nos hizo a través de Jeremías: "Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón” (Jer. 29:13).
ОТЫСКИВАЯ ВСЕМ СЕРДЦЕМ ГОСПОДА,
ResponderBorrarСВЯТО ВЕРУЯ В ЕГО ЗАПОВЕДИ,
НЕУКЛОННО СЛЕДОВАТЬ ЗА НИМ.
АМИНЬ