domingo, 4 de agosto de 2013

"DEJA QUE JESUS SEA EL DUEÑO DE TU CASA"



Un día estaba un joven en su casa y alguien tocó la puerta. Al abrirla, por sorpresa encontró al diablo quien lo agarró del pelo, lo pateó, lo golpeó y se luego se fue.

Y dijo el muchacho: - "¿Qué debo hacer?".

De pronto, cuando el diablo se había marchado, vio pasar a Jesús y pensó...

"¡Si El está en mi casa, el diablo no va a entrar! Y lo invitó a pasar, le mostró la casa y le dijo: -"¿Puedes venir mañana cuando el diablo pase por aquí...?"

Y Jesús le dijo que sí.

Al día siguiente, el diablo volvió a tocar la puerta estando ya Jesús dentro de la casa. El muchacho, muy tranquilo, abrió la puerta y el diablo volvió a darle una golpiza. Entonces, el muchacho muy molesto le reclamó a Jesús el por qué no había hecho nada por defender lo. Y Jesús le dijo: -"No hice nada porque no estoy en mi casa, sólo estoy de visita".

El muchacho pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa, le mostró su cuarto y dijo:

Como era ya costumbre, al día siguiente tocaron nuevamente a la puerta, ¡y era otra vez el diablo! El joven, abrió la puerta muy confiado, pues ya Jesús vivía en su casa. Pero el diablo nuevamente le dio otra golpiza.

El joven molesto fue donde Jesús y le dijo: -"¡Ya vives en mi casa!, ¿qué
más deseas para defenderme?". Y Jesús contestó: - "Yo sólo vivo en tu casa, en
mi cuarto y mientras no estés en mi cuarto no te puedo defender".

Entonces, el joven reflexionó un poco y le dijo:

- "De hoy en adelante ésta es tu casa, yo estaré aquí como Tu invitado si me lo permites..." Y así fue.

Al otro día, tocan nuevamente la puerta, pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta pues ya no era él, dueño de la casa. Al abrir Jesús la puerta, el diablo se disculpó pues pensó que se había equivocado de casa.

Queridos amigos, como consejo, quiero decirles que no es suficiente el decir dentro de nosotros que Jesús vive en nuestro corazón. Hay que entregar de corazón nuestra vida para que Él pueda actuar por nosotros.

DIOS LES BENDIGA HOY, MAÑANA Y SIEMPRE.

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